ANTIGUAS FAMILIAS DE SITRAMA DE TERA
Investigar en los libros parroquiales no sólo nos permite rastrear los antepasados de la mayoría de los habitantes de Sitrama. También podemos descubrir algunas sorpresas: por ejemplo, que varias familias que llegaron a ser muy importantes hace siglos han desaparecido sin dejar rastro. En una época de altísima mortalidad, era muy fácil que en una generación solo sobrevivieran las hijas, o un hijo que se trasladase a vivir a otro pueblo. Y como el apellido sólo se transmitía por vía masculina, así fue cómo de repente se perdió para siempre. Sin embargo, en numerosos casos sus descendientes continúan en Sitrama y conservan ese apellido en lo más profundo de su árbol genealógico.
Algunas de esas familias apenas estuvieron de paso por Sitrama. Pero otras dieron lugar a auténticas dinastías y merecen que les dediquemos unas líneas en su memoria. En este artículo me voy a concentrar en unas cuantas familias que vivieron en Sitrama entre 1650 y 1725, cuando se escribieron los primeros libros parroquiales del pueblo. Fue una época de crisis demográfica y económica, fruto de las continuas guerras y la crisis general del Imperio Español. En el valle del Tera, la situación tocó fondo en 1711, cuando los portugueses se apoderaron de gran parte de la comarca de Benavente durante la Guerra de Sucesión Española.
Familias que desaparecieron sin dejar rastro más que en los libros parroquiales.
— Libro de bautizados, casados y difuntos de Sitrama entre 1661 y 1724

FAMILIAS QUE NACIERON DE CURAS
Un sacerdote de la Iglesia Católica no puede tener hijos legítimos, pero un hombre con hijos sí puede ordenarse sacerdote. Para ello el aspirante ha de cumplir tres condiciones: llevar una vida virtuosa, ser viudo o soltero, y que los hijos sean adultos e independientes. Son los llamados presbíteros, de una palabra griega que significa “anciano”. Era una práctica muy común en otro tiempo y animaba a la gente a desplazarse a sitios lejanos de su residencia.
Una vez establecidos como curas, se convertían en figuras destacadas del pueblo y disfrutaban de los ingresos económicos que proporcionaban las fincas y propiedades vinculadas a la parroquia. Todo ello suponía un imán muy apetecible para su parentela, de modo que al poco tiempo tiempo se instalaban en Sitrama los hijos, hermanos e incluso padres del presbítero, en busca de respeto y fortuna.
BEDOYA
Los Bedoya procedían del valle de Bedoya, en la comarca de Liébana, al oeste de Cantabria. Algunas ramas se establecieron en León y Valladolid, y de una de ellas surgió Agustín de Bedoya. Aparece como cura de Sitrama en 1596, enfrascado en un pleito para que no le arrebataran unos beneficios eclesiásticos que le procuraban una jugosa renta anual.
Otro Agustín, no está claro si nieto o sobrino, aparece varias décadas después como jefe de una de las más destacadas familias de Sitrama. Sin embargo, sólo le sobrevivieron dos hijas, Gerónima e Isabel de Bedoya: insignes matriarcas, se casaron varias veces y llegaron a ser abuelas de la mayoría de los habitantes del pueblo, pero no pudieron evitar que el apellido Bedoya muriera con ellas a principios del siglo XVIII.
BELTRÁN DE BEDIA
Los Beltrán eran una destacada familia de Villamañán, cerca de Valencia de Juan, en León. Ávidos de grandeza, afirmaban descender de los Beltrán de Bedia, un linaje de hidalgos de la comarca de Durango, en Vizcaya. Y, aunque los tribunales no les dieron la razón, ellos cambiaron su apellido y proclamaron por todas partes su origen noble.
Uno de ellos, Diego Beltrán de Bedia, se había casado con una dama de Benavente. Cuando su esposa falleció, se ordenó cura presbítero y acabó trasladándose a Sitrama en 1695. Y con él llegaron dos hijas, un hijo e incluso un hermano que había sido corregidor de Villalobos. Con su prestigio de hidalgo y sacerdote, la familia Beltrán de Bedia ascendió a la cima de la escala social de Sitrama. Quizá por ello el hijo acabó pensando que esa aldea era indigna de su alcurnia y se marchó rápidamente.
Otra de las hijas se quedó y se casó con el heredero de la principal familia del pueblo, los Lama. Su propio padre los casó y aprovechó para insertar su (supuesto) árbol genealógico en el libro parroquial. Pero no le sirvió de mucho, porque el apellido Beltrán de Bedia se borró de Sitrama en la siguiente generación, a mediados del siglo XVIII.

La novia es hija legítima del legítimo matrimonio del cura de Sitrama con su legítima mujer.
— Matrimonio de Santiago de Lama y María Beltrán de Bedia, 1708
FAMILIAS QUE NACIERON DE GANADEROS Y PASTORES
En paralelo a la actual autovía de las Rías Baixas discurría la Cañada Real Sanabresa, que trasladaba los ganados a las ferias de Tierra de Campos y a la trashumancia en los pastos de Sanabria. Esa ruta convirtió a Sitrama y el valle del Tera en tierra de paso durante siglos para los que guiaban los rebaños, procedentes de comarcas tan lejanas como la Carballeda o Sanabria en Zamora, la Cabrera en León, o Viana y Valdeorras en Ourense.
Después de pasar numerosas veces por el pueblo como dueños de ganado o como pastores, muchos se casaron con mujeres de allí, se afincaron en Sitrama y obtuvieron tierras para sus descendientes.
LAMA
Durante el siglo XVII y principios del XVIII no hubo en Sitrama familia más poderosa que los Lama. Su origen se hallaba en Villanueva de Valdueza, una aldea en las cercanías de Ponferrada, en el Bierzo. Llevando el ganado por los montes que rodean el Teleno debieron de recorrer los cien kilómetros que les separaban de Sitrama, donde encontramos a un Matías de Lama hacia 1630.
Su nieto, Miguel de Lama, alcanzó el cénit del poder de su familia. Nombrado procurador (representante del pueblo) en las Cortes de Castilla, tenía numerosas tierras, molinos, casas y criados a su servicio. A su muerte en 1707 dejó una cuantiosa herencia y dos hijos varones, con lo que la continuidad del apellido parecía asegurada.
No fue así como ocurrió. Su hijo mayor enviudó muy pronto, tuvo varios hijos ilegítimos y acabó marchándose del pueblo. El menor casó con la mencionada hija del presbítero Diego Beltrán de Bedia. Pero sólo engendraron niñas, y así ambos apellidos, Lama y Beltrán de Bedia, desaparecieron de Sitrama a mediados del siglo XVIII.
RAPOSO
Los Raposo aparecen a mediados del siglo XVII en Sitrama, quizá procedentes de Brime de Urz. En todo caso, llegaron a ser la segunda familia más importante del pueblo, y sólo los Lama poseían más tierras y criados que ellos.
Su nombre favorito era Roque, y una serie interminable de Roque Raposo se repitió a través de sucesivos matrimonios y de niños fallecidos que resucitaban en el siguiente hermano. Pero fue en vano, porque todos ellos murieron sin descendencia masculina o la engendraron en otros pueblos. No obstante, si no lograron perpetuar su apellido, sí lo lograron con su sangre. En 1715, Josefa Raposo se casó con Domingo Bara, vástago de una familia noble de Ferreras de Abajo: de ellos descendemos gran parte de los que tenemos raíces en el pueblo.
GABELLA
Los Gabella, o Gavella, proceden aparentemente de la zona de Becilla de Valderaduey, desde donde llegaron a Sitrama a principios del siglo XVII. Treinta años después eran la tercera familia en importancia. Eran también los más prolíficos, y dejaron un enjambre de hijos y nietos de ambos sexos repartidos por todas partes. Varios de ellos repetían el mismo nombre, Domingo Gabella. Los libros parroquiales distinguen (a veces) a padre e hijo llamándolos el Viejo y el Mozo, respectivamente; pero a la muerte del padre el hijo se convierte sin avisar en el nuevo Viejo y el nieto en el nuevo Mozo, o no les ponen ningún epíteto, con lo que se hace muy difícil seguir el rastro de sus diferentes vidas y andanzas.
Misteriosamente, al comenzar el siglo XVIII todos esos hijos y nietos, tanto hombres como mujeres, habían emigrado del pueblo. No se sabe lo que les ocurrió, y lo único incuestionable es que el apellido Gabella se extinguió por completo en Sitrama.
Fueron testigos Domingo Gabella el Viejo y Domingo Gabella el Mozo.
— Matrimonio de Claudio Zurrón e Isabel de Bedoya, 1669

MERILLAS
Los Merillas eran una destacada familia de Alija de los Melones, hoy día Alija del Infantado, en la frontera de León con Zamora. Signo de su importancia es el hecho de que Alvaro de Merillas y su hermana Isabel se casaron casi a la vez hacia 1680 con los herederos de la principal familia de Sitrama, los Lama.
De esta forma, su apellido adquirió gran relevancia en el pueblo pero fue efímera. Alvaro de Merillas tuvo una gran descendencia, pero en su inmensa mayoría fueron hijas, y además casi todas murieron durante la infancia. De esta forma, el apellido Merillas desapareció de Sitrama con la muerte de Alvaro en 1711.
MOLEZUELAS
En plena ruta de la Cañada Real Sanabresa se halla Molezuelas de la Carballeda. Fue el lugar de origen de varios pastores que pasaron fugazmente por Sitrama. Quien se estableció definitivamente fue Esteban de Molezuelas, cuyo familia se había trasladado previamente a Brime de Urz.
Esteban llegó a Sitrama en 1700 y no tardó en prosperar hasta ser uno de los prohombres del pueblo. Disfrutaba de tierras y criados, y fue alcalde varias veces, pero no logró transmitir su apellido. De su primera mujer sólo tuvo una hija, que además se marchó a vivir a Brime; de la segunda sólo le quedó un hijo, que se quedó toda la vida en Sitrama, pero como religioso y célibe.
SEOANE
Seoane es un apellido extendido por toda Galicia. Los que nos interesan procedían de la Alberguería, una aldea del municipio de A Veiga, en la comarca orensana de Valdeorras, que ahora yace sumergida bajo el embalse de Prada.
Uno de ellos Bartolomé de Seoane, llegó a Brime de Urz guiando los rebaños por la Cañada Real, aunque acabó por casarse y establecerse en Sitrama. Aquí prosperó, hasta el punto de que diez años después trajo desde la lejana Valdeorras a sus tres hermanos, que se casaron el mismo día de 1674 con sendas mozas del pueblo.
Con cuatro varones en un mismo pueblo, el apellido Seoane parecía destinado a ser el más común de Sitrama, pero el destino tenía otros planes. El clima del valle del Tera no pareció ser muy propicio para unos mozos criados en la montaña: dos de ellos murieron a los pocos años, y todos tuvieron una escasa descendencia, predominantemente femenina. En todo caso, no hay rastro del apellido Seoane al comienzo del siglo XVIII.
Referencias
- Archivo Diocesano de Astorga, Fondo parroquial de Sitrama de Tera, Libro B1 1661-1724
- «Ejecutoria del pleito litigado por Gregoria de Benavides con Agustín de Bedoya, cura de Sitrama de Tera, con el concejo del dicho lugar, sobre posesión del vínculo y aniversario fundado por Juan de la Peña en la Iglesia parroquial de San Miguel de Sitrama». España. Ministerio de Cultura y Deporte. Archivo de la Real Chancillería de Valladolid. 1596


